Juro que tenia un buen día, me levante bien.
Pero me hablaron de él, me contaron que hablaron y sentí una punzada de dolor, el hueco de siempre. El mismo de hace un año.
Y me tengo que ir al baño a llorar, no se si sera porque hace cuatro meses que no me viene y tengo hormonas revoloteadas, o si es porque su nombre todavía me moviliza.
Reconozco que me tiembla la pera al escribir esto, quiero seguir llorando pero no puedo. Me miro al espejo, me arreglo el maquillaje y salgo de nuevo. A la vida, a lo que tiene que ser la vida.
Me quedo con las ganas de seguir llorando y revanarme, pero pienso en ellas y me pidieron que no lo haga, entonces no lo hago. Abro la puerta del baño y es como si no hubiese pasado nada.
Me digo a mi misma como un mantra interno: esto es la vida. Bienvenida.